ENRIC SALES
Don Quijote en Barcelona, una colaboración entre Jordi Cerdá y Claude Jeanmart. Con 21 imágenes los artistas se inspiran en el viaje y las aventuras de don Quijote y Sancho Panza en la ciudad de Barcelona. No son los primeros en ponerlos en imágenes, una larga lista lo avala a partir de su publicacióh en 1605 en Madrid, por Juan de la Cuesta: desde la londinense de Vandergucht, editada por J. Tonson o las españolas de la Real Academia publicada por Ybarra o la de Sancha ; o en el siglo XIX, Hogarth, Doré, Daumier ... o en el siglo XX Picasso, Dalí, Segrelles o Saura entre otros. Con gran diversidad de estilos, técnicas e intenciones. Con la misma amplitud de miras con que han escogido el tema de colaboración, esas andanzas, tan variadas y de diversa ubicación, pero que los artistas centran en la ciudad en que vive y trabaja Jordi Cerdá, y en la que ha expuesto y visitado con frecuencia el francés Claude Jeanmart, es decir que conocen bien, y que los lectores de Cervantes, ante la amplitud del texto unas 800 páginas, no terminan de leer y la aventura barcelonesa, comienza en la página 406, no siempre se alcanza, y por tanto desconocen, es aquella que entre otras aventuras, galeotes, comidas suntuosas, burlas del pueblo y gran reto el duelo con el Caballero Blanco ( el bachiller), que le vence y le obliga a volver a casa y olvidarse de nuevas aventuras, a lo que don Quijote, respetuoso, obedece, aunque por el largo camino de vuelta, aún quedan 400 páginas de nuevos retos y percances.
También han sabido reflejar la ironía y la crítica que emana el texto y su complejidad, cuando han creado las ilustraciones por acumulación, con la técnica del collage, es decir la sobreposición, de imágenes creadas por ellos o manipuladas de otros artistas, sobre la ampliación de páginas del texto tomadas de la edición de Alianza editores, son 21 hojas a doble página, que no intentan describir las situaciones narradas, sino sugerirlas, mostrar el impacto que la narración les provoca. Utilizan imágenes fotográficas, creadas por ellos o sacadas de revistas de hoy, intercaladas, en composición múltiple (como cuando en un tienda de televisores, podemos ver los diversos canales dar la misma noticia).
No utilizan el color salvo en alguna fotografía, pequeña, y con algunos toques de anilinas para animar ciertos elementos para que compensen la composición. No tienen miedo de los anacronismos: reconstrucciones historicistas creadas por ellos, ruinas y guerreros japoneses o un travesti. Para conseguir una nueva visión de un texto, famoso pero poco leído, respetado, pero no asumido, los artistas lo someten a revisión con las nuevas armas a su alcance, como son: impresiones sobre transparencias, fotomontajes, collages, pigmentos y tintas. Todo un conglomerado de técnicas para ilustrar un texto que todo lo pone en cuestión, que de todo nos hace dudar, ante la seguridad, la fe podíamos decir, de don Quijote. Un placer para la vista que nos puede ayudar a reflexionar sobre la realidad y su apariencia; servido con una técnica novedosa y múltiple.